Por: Juan Camilo Herrera
La invasión rusa en Ucrania y el consecuente choque de oferta de petróleo y gas ha puesto el tema de la seguridad energética en el debate público nuevamente. Daniel Yergin incluso afirma que este choque nos ha despertado de una amnesia colectiva en seguridad energética [1]
Cuando se habla de seguridad energética en Colombia, inevitablemente se asocia con la prestación de servicios públicos domiciliarios y el mandato constitucional del estado de intervenir en la prestación de estos y garantizar (entre otros) su “prestación continua e ininterrumpida” [2].
Esta obligación se traduce, por ejemplo, en el principio de continuidad para el caso de la electricidad [3] y políticas tales como el cargo por confiabilidad que da señales de largo plazo a los agentes a construir y operar recursos de generación necesarios para garantizar la atención de la demanda.
Para el caso del gas natural, esta obligación derivó en los tan mencionados objetivos de política de confiabilidad y seguridad en el abastecimiento [4] que a su vez han derivado en políticas tales como las prioridades de abastecimiento en caso de racionamiento y el plan de abastecimiento de gas natural, entre otros.
Estas políticas de seguridad energética tienen algo en común, y es que están encaminadas únicamente a aumentar la disponibilidad o el acceso a unos recursos (en forma de infraestructura o de reservas del respectivo energético o portador) para atender la demanda en el largo plazo, o en el corto plazo en casos fortuitos y/o de fuerza mayor.
La seguridad energética no es solamente la disponibilidad de recursos, o acaso aquellos países que no tienen recursos fósiles como Japón o Corea tienen menos seguridad energética que otros que si disponen de estos?. En cambio, el concepto de seguridad energética ha evolucionado hacia la inclusión de otras dimensiones que trascienden a la seguridad en el suministro como único factor, con el fin de responder a los nuevos retos que enfrenta la política energética [5] [6].
Una de las dimensiones a tener en cuenta para evaluar la seguridad energética es por ejemplo la diversidad. Así como la disponibilidad de recursos aumenta la seguridad energética, la diversidad tanto en la matriz energética como en el número de fuentes de cada energético influyen en la seguridad energética. Así mismo, la diversidad de agentes en los mercados de energía, la diversidad en las tecnologías de transformación de energéticos primarios, y la diversidad en la infraestructura de transporte y su acceso redundan en mayor seguridad energética.
Otra dimensión es la sostenibilidad en la extracción de recursos primarios (y la transformación y uso de estos) y los impactos ambientales que estos generan en el sistema y en el entorno ya que mayores impactos en los ecosistemas y los sistemas tierra, agua y aire, encarecen su extracción (transformación y consumo), disminuye el rendimiento futuro en la extracción de los mismos recursos, obstaculizan su licencia ambiental, e incluso generan impactos permanentes que imposibilitan su existencia. La seguridad energética aumenta cuando el impacto ambiental de un energético o un portador de energía disminuye.
Los precios y su inherente volatilidad es otra dimensión relevante de la seguridad energética. A medida que la variabilidad en los precios de la energía aumenta, las decisiones de largo plazo para los productores y consumidores pueden desincentivar la inversión en nueva infraestructura o disminuir su consumo, aumentar la vulnerabilidad de estos a los choques de precios, dificultando así la disponibilidad del energético en el largo plazo, lo que eventualmente hace más difícil su planeación. Por ende, el nivel de precios (así como sus subsidios) y la volatilidad de los energéticos afectan la seguridad energética.
Igualmente, factores socioculturales y la aprobación de los ciudadanos a la construcción de infraestructura energética en sus regiones, al uso de ciertas tecnologías y/o energéticos, o a ciertas políticas energéticas, pueden influir en su viabilidad de largo plazo y por ende en la seguridad energética.
Otras dimensiones tales como la tecnología, eficiencia, resiliencia, salud, relaciones internacionales, seguridad nacional, etc. Son muy relevantes para la seguridad energética y son ampliamente definidos en la literatura [5] [6]. Se invita al lector a revisar las fuentes.

Figura. Dimensiones de la seguridad energética
Para medir el nivel de seguridad energética de un país, se puede realizar a través de indicadores simples o multidimensionales [7] que reflejen cada uno de estos factores mencionados anteriormente, no obstante, los retos de política en los países son idiosincráticos y tienen que adaptarse a las circunstancias propias de cada región.
Y es allí donde recae la importancia del análisis multidimensional. Porque analizar una política de seguridad energética aisladamente desde un solo ángulo, y comparar esta con otros países sin tener en cuenta el contexto puede llevar a conclusiones equívocas. A manera de ejemplo, en el boletín de la semana anterior Tomás escribía en su columna de opinión, entre otros: [8]
“Europa cuenta con importantes reservas de gas por desarrollar que le darían para más o menos 14,5 años si mantuviera las tasas de producción actuales… y si bien estas reservas no le permitirían resolver la totalidad de sus problemas de seguridad energética, sí le ayudarían a mitigar la fuerte vulnerabilidad a la que hoy está sujeta. Sobre todo si además se tiene en cuenta el potencial de yacimientos no convencionales de países como Polonia, Francia o el Reino Unido.”
Si se analiza este problema de seguridad energética únicamente desde la dimensión de la disponibilidad de reservas, cobra sentido el argumento que la solución a este es que Europa explote sus reservas de petróleo y gas incluidos los no convencionales. No obstante, si se introducen otras dimensiones en la conversación este argumento empieza a ser desafiado. Por ejemplo, si se involucra la dimensión sociocultural y las actitudes del público frente al fracking en el Reino Unido, se encuentra que el 45% del público se opone al fracking mientras que solo un 17% lo apoya [9], lo cual no favorece su explotación.
Aún más, desde la dimensión de tecnología y de eficiencia, medidas más realizables y con menor costo para la sociedad como las que sugiere ECIU[1] de mejorar el aislamiento de un millón de hogares por año e instalar 600.000 bombas de calor al año, reduciría al menos en 20% la demanda de gas y generaría ahorros mensuales de £260 por mes en cada hogar del Reino Unido [10]. En cambio, iniciar la exploración de gas en el mar del norte solamente vería las primeras moléculas de gas hasta el 2026 alcanzando un pico en el 2028 y lo más relevante, no tendría impacto en los precios por lo que los consumidores seguirían consumiendo gas natural doméstico, pero aún costoso.
La solución a este problema (así como para muchos otros) yace en el medio, involucrando diferentes estrategias de política que consideren las diferentes dimensiones de la seguridad energética. Por ejemplo, la Agencia Internacional de Energía publicó un decálogo para reducir la dependencia de la Unión Europea al gas natural, y este contempla medidas para aumentar el almacenamiento de gas, acelerar la implementación de energéticos y tecnologías sustitutas del gas natural que redunden en la reducción del consumo de gas, proteger a los consumidores de los choques de precios, alentar cambios comportamentales, entre otros [11].
Y por supuesto, no podemos dejar de lado la política. La primera ministra de Escocia Nicola Sturgeon ha afirmado que el aumento del petróleo y el gas del Mar del Norte no es una solución a corto plazo para la dependencia de Europa de los suministros rusos [12], y en Whitehall el secretario de energía y negocios del Reino Unido Kwasi Kwarteng ha dicho que este problema no es de seguridad en el suministro sino de precios y que si bien apoyan la producción de fósiles en el mar del norte, éste no va a reducir los precios y que la solución de largo plazo es entre otros la diversificación y dejar de consumir gas natural [13].
¿Y el paralelo con Colombia? Ciertamente es indiscutible que incrementar la certeza sobre la disponibilidad del gas y su seguridad en el suministro, bien sea nacional y/o importado, es quizá uno de los temas más relevantes en la seguridad energética nacional, pero como se evidenció en el ejemplo anterior, es necesario tener un enfoque multidimensional en la seguridad energética que vaya más allá de las reservas, que tenga en cuenta el contexto del país y sus particularidades, e involucre en cambio sus múltiples dimensiones tecnológica, sociocultural, precios, sostenibilidad, etc.
En conclusión, bienvenido el debate para incrementar la seguridad energética del país, pero evolucionemos en su discusión, involucremos a todo el sistema y sus diferentes energéticos y tecnologías, definamos indicadores multidimensionales que trasciendan criterios simples (e.g. Índice de Abastecimiento de Gas Natural [14]), y dejemos de gravitar en la discusión alrededor de las reservas como única dimensión de la seguridad energética.
Nota alterna
Junto al debate de seguridad energética, la invasión rusa en Ucrania ha generado dos fenómenos en el sector energético que no han trascendido tanto en los medios:
- Una es la alineación de políticos conservadores en ambos lados del océano alrededor de plataformas políticas anti-descarbonización, como por ejemplo i) la formación de un grupo de escrutinio en el partido de gobierno del Reino Unido en contra de la carbono neutralidad, ii) Nigel Farage y su nueva cruzada en contra de una “agenda verde” con la propuesta de un referendo contra la carbono neutralidad, iii) y en este lado del atlántico en reciente entrevista Trump se fue con la lanza en ristre contra las turbinas eólicas cuando en el podcast de los Nelk boys le preguntaban acerca de la situación en Ucrania.
- El otro tema es el incremento inusitado en el lobby del petróleo y gas, principalmente en Estados Unidos.
¿Veremos fenómenos similares en Colombia?
[1] Energy & Climate Intelligence Unit
Referencias
[1] | «https://twitter.com/PowerLunch/status/1496944581098844163?s=20&t=JKwrr-vIgzGEIQMZW1biEA,» [Online]. |
[2] | Ley 142 de 1994. Artículo 2.4. Julio 11 de 1994. |
[3] | Ley 143 de 1994. Artículo 6. 12 de julio de 1994. |
[4] | Decreto 2345 de 2015. 3 de diciembre de 2015. |
[5] | A. Azzuni and C. Breyer, «Definitions and dimensions of energy security: a literature review,» WIREs Energy Environment, pp. 1-34, 2018. |
[6] | B. K. Sovacool, «Evaluationg the Energy Security Impacts of Energy Policies,» The Routledge Handbook of Energy Security, pp. 74-95, 2010. |
[7] | B. Ang, W. Choong and T. Ng, «Energy security: Definitions, dimensions and indexes.,» Renewable and Sustainable Energy Reviews, pp. 1077-1093, 2015. |
[8] | «https://creenergia.org/de-ucrania-a-puerto-wilches/,» [Online]. |
[9] | «https://assets.publishing.service.gov.uk/government/uploads/system/uploads/attachment_data/file/1040725/BEIS_PAT_Autumn_2021_Energy_Infrastructure_and_Energy_Sources.pdf,» [Online]. |
[10] | «https://eciu.net/analysis/briefings/how-to-cut-the-uks-dependency-on-russian-gas-permanently,» [Online]. |
[11] | «https://iea.blob.core.windows.net/assets/1af70a5f-9059-47b4-a2dd-1b479918f3cb/A10-PointPlantoReducetheEuropeanUnionsRelianceonRussianNaturalGas.pdf,» [Online]. |
[12] | «https://www.bbc.com/news/uk-scotland-scotland-politics-60692928,» [Online]. |
[13] | «https://twitter.com/KwasiKwarteng/status/1498197284282064896,» [Online]. |
[14] | «Resolución Minminas 18-1704 de 2011». |